de Gerardo Lino
[Entresacados:]
Para quien amor feliz es un presente
se torna inconcebible tanta pérdida
este día verdadero, igual, imperfectible
el actuar (aunque nos hace ciertos)
el placer (aunque nos vuelve bellos)
el dormir (aunque nos quiere buenos)
el portento la diosa lo místico el cigarro
están por extraviarse
pertenecer a otros
diluirse en meras fantasías
poemas amorosos novelas
terapias truculentas pinturas
odas sonatas obeliscos:
intentos por parar el sol.
&
Así la ira tuvo su momento
el imperio fatal
el tajo de la hoja al filo de la uña
siglos de suplicio por un nano de dicha
cascadas de certeza
fístulas de irrealidad
pozos
cámbialos
no los cambies por nada
cambian solos
quedan igual e igual e igual
instante de ti
asechanzas de los cielos
eternidad del mundo
promesa y amenaza
(fuma conmigo y no me muero) igual e igual
ve por cada una de estas sucesiones
la carne abierta
su ardor antes de la sangre
recibe el fondo
la profusión nocturna a las doce del día
acepta el golpe cuando tu mano yerre
la injuria inmerecida por tu insulto atinado
fija el sabor de la delicia
su parecido aroma con la herida
cámbialos instante de ti
déjalos en su inercia e igual e igual
así las fístulas después de las cascadas
el cumplimiento indiferente
al carácter de sus madres
igual los nanos y los siglos
los tajos igualmente fatídicos
así la ira —igual y sí.
&
Tu cuerpo es una orgía
cuánta y tánta distancia
de las palabras a sus cosas
cantan las mujeres arreglos de seda
regresan por tu cuerpo tersos nombres reales
pasolinan culos de diosas a la diabla
vuelvo a la selva undosa y a mi patio desde niño
lagos con sus cumbres no escatiman travesuras
los ríos te esperaron y real es el viento
luego subo y bajo por los soles de tu espalda
danzan su contradanza los caballos elegidos
abren nuestras carnes sus inercias de aromas
si acaso los suplicios generan los aceites
cuando no haya cedro para inhumar la espada
taja mi piel con hojas de retratos más antiguos
de las cosas perdidas sin palabras
mi cuerpo era
cuánta y tánta distancia.
&
Acuérdate que cuando digo “tú”
igual e igual me estoy hablando a mí
dejemos los fantasmas metafísicos
a los padrones de la neurociencia
no soy una figura, un tropo, no
ni enlisto el canon de los listos muertos
tocas mi carne, pulsas mi encordado
tales cuerdas íntimas e íntimas del cuello
miras mi haz: si se mueve, si muestra
un dejo de mi padre y de tu hijo
adórasme si quieres, ya hurgas por tu alma:
idólatra, ese cuerpo tan místico de esclavos
ensueñas esto a oscuras, hacia la madrugada
oteas los fulgores de nuestros huesos juntos
aguántate las ganas, guarda tu agua:
tu rabia es esa fosa, mi fosa es esa rabia.
&
Prefiere los dominios de la lluvia
de la carga de la nube casi negra
su nítido carácter de montaña
la frescura limpia y los azotes
del aguacero de temporal
su furia sin medida
de precipitación
tolera las que suben de la costa
sus duraciones irresolutas
el chipichipi que ni fu ni fa
sus bochornos
optaría por quedarse sin sol
amado entre lo amado que no dice palabra
a tener que oír la monocordia
de los poemas fatuos.
&
Acuérdate del sueño de las tardes
de aquellos horizontes a la mano
arreglos leves vueltos notaciones
las horas de la lluvia indestructible
las materias ajenas obsequiosas
de la miseria dentro de la dicha
no saber irse cuando es el tiempo del café
dar las gracias por la miel en vez de las espadas
dejar de hablar del río
dejarlo atosigado
jugar con las palabras que mencionan el viento
decir que pasa el tonto como si no estuvieras
y al fin no padecer
sino el suplicio lento
de los amores idos por los reinos confusos
los medulares reinos airados contra sí
que no estabas aparte.