I
No, no, no: no vayas al Leteo, ni quebrantes
Acónito, raíz tiesa, por su vino tóxico;
Ni pruebe tu frente incolora a ser besada
Por belladona, uva rubí de Proserpina;
Tampoco hagas tu rosario de moras infectas,
Ni dejes que la polilla, ni el escarabajo
Sean tu Psique gemebunda, ni el búho tenue
Un compañero en los secretos de tu congoja;
De sombra en sombra quedarás harto aletargado,
Y se sumergirá la angustia insomne del alma.
II
Pero si cayera recia la melancolía
Súbita del cielo como nube lacrimosa,
Que cultiva toda flor de cabeza rendida,
Y cubre la loma verde en mortaja de abril,
Vuelca tu desdicha en una rosa tempranera,
O sobre el arcoiris de la ola salada,
O en la bienandanza de las peonias rotundas;
O si tu dueña muestra cierta ira mayor,
Apresa su mano blanda, y deja que delire,
Y nútrete a fondo ante sus ojos sin igual.
III
Ella mora con Belleza —que habrá de morir—;
Con Júbilo, cuya mano siempre está en sus labios
Diciendo adiós; y cerca el doloroso Placer,
Se hace veneno al sorber una boca de abeja:
Así! en el santuario mismo de la delicia
Tiene su altar soberano la Melancolía,
Aunque guarde a aquel cuya lengua vigorosa
Revienta contra el paladar la uva de Júbilo:
Su alma probará la angustia de su poderío,
Y estará colgado entre sus lánguidos trofeos.
Ode on Melancholy
I
No, no, go not to Lethe, neither twist
Wolf’s-bane, tight-rooted, for its poisonous wine;
Nor suffer thy pale forehead to be kiss’d
By nightshade, ruby grape of Proserpine;
Make not your rosary of yew-berries,
Nor let the beetle, nor the death-moth be
Your mournful Psyche, nor the downy owl
A partner in your sorrow’s mysteries;
For shade to shade will come too drowsily,
And drown the wakeful anguish of the soul.
II
But when the melancholy fit shall fall
Sudden from heaven like a weeping cloud,
That fosters the droop-headed flowers all,
And hides the green hill in an April shroud;
Then glut thy sorrow on a morning rose,
Or on the rainbow of the salt sand-wave,
Or on the wealth of globed peonies;
Or if thy mistress some rich anger shows,
Emprison her soft hand, and let her rave,
And feed deep, deep upon her peerless eyes.
III
She dwells with Beauty — Beauty that must die;
And Joy, whose hand is ever at his lips
Bidding adieu; and aching Pleasure nigh,
Turning to poison while the bee-mouth sips:
Ay, in the very temple of delight
Veil’d Melancholy has her sovran shrine,
Though seen of none save him whose strenuous tongue
Can burst Joy’s grape against his palate fine;
His soul shall taste the sadness of her might,
And be among her cloudy trophies hung.