miércoles, 3 de junio de 2009

Hebras

Dos días después de leer (durante mayo) La trama de la vida, de Fritjof Capra (incitante para pensar; lleno de posibilidades) doy con este precursor de Mandelbrot, del pensamiento complejo, de Prigogine, de la autopoiesis de Maturana; véase si no:


“A veces (Degas) pensaba en lo informe. Hay cosas, manchas, masas, contornos, volúmenes, que no tienen, de cierta manera, sino una existencia de hecho: solo pueden ser percibidas por nosotros, pero no sabidas; no podemos reducirlas a una ley única, deducir su todo del análisis de una de sus partes, reconstruirlas mediante operaciones razonadas. No podemos modificarlas tan libremente. Apenas tienen otra propiedad que la de ocupar una región del espacio…

Decir que se trata de cosas informes, quiere decir, no que carezcan de forma, sino que sus formas no encuentran nada en nosotros que permita reemplazarlas por un acto puro de trazado o de reconocimiento. Y, en efecto, las formas informes no dejan otro recuerdo que el de una posibilidad…

Al igual que una serie de notas tocadas al azar no es una melodía, un charco, un peñón, una nube, un fragmento de litoral, no son formas reducibles. No quiero insistir sobre estas consideraciones: nos llevan demasiado lejos.

Volvamos al dibujo. Supongamos que queremos dibujar una de estas cosas informes, pero una de aquellas en las que podamos reconocer alguna solidaridad entre sus partes. Arrojo sobre la mesa un pañuelo arrugado. Este objeto no se parece a nada. Para el ojo, desde luego, no es más que un desorden de pliegues. Mi problema, sin embargo, es hacer ver, por medio de mi dibujo, un pedazo de tela de tal especie, flexible y densa, de un solo intento. Se trata de hacer inteligible una cierta estructura de un objeto que no ha sido determinada en absoluto, y no hay ningún cliché ni un recuerdo que me permita dirigir el trabajo, tal cual lo hacemos con la figura de un árbol, de un hombre o de un animal, que se dividen en porciones bien conocidas. Es aquí donde el artista puede ejercer su inteligencia, y donde el ojo debe hallar, por medio de sus movimientos sobre lo que ve, los caminos del crayón sobre el papel, al igual que un ciego debe, al palpar, ir acumulando los elementos táctiles de una forma, y adquirir, punto por punto, el conocimiento y la unidad de un sólido extremadamente regular.

Este ejercicio de lo informe enseña, entre otras cosas, a no confundir lo que uno cree ver con lo que ve. Hay una especie de construcción en la visión de la cual estamos eximidos por la costumbre. Tenemos que prever, en general, más de lo que vemos, y las impresiones del ojo son para nosotros sólo signos, y no presencias singulares, anteriores a todos los arreglos, recopilaciones, abreviaciones, sustituciones inmediatas, que la educación primera nos ha inculcado.”

Paul Valéry, "Del suelo y de lo informe" [ca. 1924], en Degas danza dibujo. Piezas sobre arte