miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ándensen




Quizá no lo haya notado usted, por falta de tiempo: el amor no es una duración; de ahí su encanto; por eso a cada momento se le desea.

viernes, 24 de julio de 2009

Estaba

Estaba por ponerles a leer un cuento muy bonito que me salió, cuando me di cuenta de que ya no tenía tiempo.

Mientras, si a la chica de Puebla Chic se le ocurriera leer esta bitácora, espero que me escriba porque perdí el mail de David (sí, David; no el del Buonarrotti; sino David, sí, O.)

Alguien que necesite terminar su tesis, corregirla, darle unos toques, escriba:

linogerardo@hotmail.com

miércoles, 8 de julio de 2009

Nubes nubes, y nubes

Si, como solemos dar por sentado, las nubes no tienen forma (les atribuimos otras figuras por analogía: mira cómo ese Tigre se convirtió en Perro y luego resultó que era un Flautista), si las nubes no tienen forma, ¿cómo llegamos a discernir, casi sin la sombra de una duda, que aquello es una nube?

(Extraño ha de ser que alguien compare a un perro con una nube: mira ese animal cómo se mueve, hasta parece una nube!)

miércoles, 3 de junio de 2009

Hebras

Dos días después de leer (durante mayo) La trama de la vida, de Fritjof Capra (incitante para pensar; lleno de posibilidades) doy con este precursor de Mandelbrot, del pensamiento complejo, de Prigogine, de la autopoiesis de Maturana; véase si no:


“A veces (Degas) pensaba en lo informe. Hay cosas, manchas, masas, contornos, volúmenes, que no tienen, de cierta manera, sino una existencia de hecho: solo pueden ser percibidas por nosotros, pero no sabidas; no podemos reducirlas a una ley única, deducir su todo del análisis de una de sus partes, reconstruirlas mediante operaciones razonadas. No podemos modificarlas tan libremente. Apenas tienen otra propiedad que la de ocupar una región del espacio…

Decir que se trata de cosas informes, quiere decir, no que carezcan de forma, sino que sus formas no encuentran nada en nosotros que permita reemplazarlas por un acto puro de trazado o de reconocimiento. Y, en efecto, las formas informes no dejan otro recuerdo que el de una posibilidad…

Al igual que una serie de notas tocadas al azar no es una melodía, un charco, un peñón, una nube, un fragmento de litoral, no son formas reducibles. No quiero insistir sobre estas consideraciones: nos llevan demasiado lejos.

Volvamos al dibujo. Supongamos que queremos dibujar una de estas cosas informes, pero una de aquellas en las que podamos reconocer alguna solidaridad entre sus partes. Arrojo sobre la mesa un pañuelo arrugado. Este objeto no se parece a nada. Para el ojo, desde luego, no es más que un desorden de pliegues. Mi problema, sin embargo, es hacer ver, por medio de mi dibujo, un pedazo de tela de tal especie, flexible y densa, de un solo intento. Se trata de hacer inteligible una cierta estructura de un objeto que no ha sido determinada en absoluto, y no hay ningún cliché ni un recuerdo que me permita dirigir el trabajo, tal cual lo hacemos con la figura de un árbol, de un hombre o de un animal, que se dividen en porciones bien conocidas. Es aquí donde el artista puede ejercer su inteligencia, y donde el ojo debe hallar, por medio de sus movimientos sobre lo que ve, los caminos del crayón sobre el papel, al igual que un ciego debe, al palpar, ir acumulando los elementos táctiles de una forma, y adquirir, punto por punto, el conocimiento y la unidad de un sólido extremadamente regular.

Este ejercicio de lo informe enseña, entre otras cosas, a no confundir lo que uno cree ver con lo que ve. Hay una especie de construcción en la visión de la cual estamos eximidos por la costumbre. Tenemos que prever, en general, más de lo que vemos, y las impresiones del ojo son para nosotros sólo signos, y no presencias singulares, anteriores a todos los arreglos, recopilaciones, abreviaciones, sustituciones inmediatas, que la educación primera nos ha inculcado.”

Paul Valéry, "Del suelo y de lo informe" [ca. 1924], en Degas danza dibujo. Piezas sobre arte

jueves, 9 de abril de 2009

El tiempo perdido los santos lo lloran


Quiere decir que no ha venido porque estuvo muy ocupado: dos libros de poesía -o meros desahogos; perdón, no meros, etc.-; una novela que no acababa de acabar -y los finales son difíciles, escribe Sánchez Carbó-. El caso es que tenemos: Si este golpe fuera el todo (2008), Llano y Libro del fracaso, de Gerardo Lino, que asimismo quiere enviar un saludo de Pascuas de Resurrección a sus antiguos lectores y un abrazo a las nuevas lectoras.

Mmmuchas Gracias.